Diario de Zeke Mark

[PonyAmistoso]

Hace ya una dekhana que llegué a la Marca. Las historias que me habían contado mis compañeros se quedan cortas: éste es un lugar salvaje como hay pocos, donde las bestias y los bandidos acechan a cada paso. Es todo lo que había soñado y más.

Pero no todo son buenas noticias. Por lo que he entendido, la mayor fuente de conflictos son los orcos y trasgoides, y las suyas son batallas sangrientas, sucias y depravadas. Asaltan los caminos en busca de riquezas y carne humana… Los restos que encontré en su cueva son prueba de ello.

Me cuesta olvidar ese día… Asaltamos su hogar, un aventurero y yo, juntos. Acabamos con todos los guerreros que encontramos en su interior. Por supuesto, no toqué sus casas, tan sólo abatí a los que llevaban armas, listos para la batalla. Pero a la salida, cuando creíamos estar a salvo, nos asaltó su líder, que volvía de una de sus “cazas”, seguramente. Nos acusó de atacar su hogar, y eso es cierto, pero ¿qué justificación tiene él, cuando habrá acabado con quién sabe cuántas vidas inocentes sin dudar? Y, aún sabiendo esto, no puedo evitar preguntarme si no habré hecho como él…
Sé que estas dudas son impropias de un seguidor de Tempus. Mi amigo Velver me habría dicho que me olvidara del asunto, que bastaba con saber que había participado en una buena batalla. Recuerdo cómo me guío por los caminos de Tempus… Su fe en el Señor de la Batalla sí que era inquebrantable. “Los que ensucian su nombre matando al inocente y no al guerrero no merecen piedad”, me dijo una vez.

Quizás tenga razón. No puede haber una guerra en condiciones si seres como los osgos sabotean la batalla matando sólo al inocente. Puede que estas dudas sean una prueba del Señor de las Batallas, para comprobar si creo verdaderamente en sus enseñanzas. O tal vez sea sólo la falta de convicción nacida de tantos años de vida placentera en la ciudad…

Pero eso quedó atrás. Mi fe no flaqueará, lo juro.

[PonyAmistoso]

"Que no te engañen las apariencias, un guerrero puede ser mujer, niño, anciano o enfermo. Nunca asumas nada, Zeke, hazme caso a mí, que lo sé bien."

A cada día que paso en la Marca más me queda claro cuánta razón tenía Velver. Desde mi llegada he luchado junto a hombres taimados que resultaron ser leales amigos y he visto gnomos pelear con tanta fiereza que enorgullecerían al enano más veterano. En una de mis aventuras me adentré en una cripta infestada por alzados como parte de un pequeño grupo de rescate. Descendimos en busca de una niña a la que encontramos danzando junto a un violinista fantasmal y otro chico, un espectro. Fue fácil comprender que el violinista era una amenaza, pero el niño... Jamás pensé que aquel fantasma con forma de chiquillo, que hablaba de jugar junto a su amiga, fuera a tratar de arrastrarla con él a las profundidades de la tierra...

Aún me queda mucho que aprender, pero estoy contento. La vida aquí es mucho más difícil que en la Puerta de Baldur y creo que pronto me quedaré sin dedos para contar las veces que casi digo adiós al mundo. Sin embargo, nunca me había sentido tan vivo. También creo que empiezo a entender por qué el Martillo de Enemigos no detesta la paz: cada instante que tengo de descanso es un pequeño tesoro para leer, meditar y prepararme para la siguiente batalla. Creo que sólo puedo describirlo como reconfortante.

Y, aún así... Todavía hay tantas cosas que me dijo Velver que aún no comprendo, tantos aspectos de la guerra que Tempus me muestra y sigo sin entender del todo...

Sea como sea, puedo decir que estoy emocionado. Velver, si algún día llega este diario hasta aquí: gracias por hablarme de este sitio, de corazón.

[PonyAmistoso]

Hace mucho que no escribo en este fajo de papeles arrugados, tanto que ni me atrevo a consultar la fecha de la última entrada. Podría decir que ha ocurrido poca cosa interesante en mi vida pero, la verdad, nunca he sido bueno llevando registros consistentes, para desgracia de mi viejo.

Hablando de malas relaciones familiares, hoy un hombre - no me ha quedado muy claro cuál era su oficio, aunque debía ser forestal - me ha dado una charla interesante; me ha hecho reflexionar. Más allá de los asuntos paternales, que no quiero ni me creo capaz de tratar, llevó a cabo cierto truco druídico de índole introspectiva, o algo similar. Me mandó escoger tres animales, que fueron un buey, un oso y un ratón, en ese orden, antes de revelar su función: el primero, lo que aparentas; el segundo, lo que crees ser; el tercero, lo que albergas en tu interior.

Así que, según esa lógica de los bosques, parezco un buey, me creo un oso... y soy un ratón. El orgulloso, fiero y ferviente cruzado de Tempus, un ratón. Un roedor vulgar, una rata, como diría mi padre. Velver se estaría riéndo de mi tres meses.

Pero, la verdad... Tan sólo escribo esta entrada porque me he dado cuenta de por qué le mencioné al ratón. A continuación adjunto un fragmento de mi libro favorito de la infancia, que encontré de nuevo en mi equipaje, dañado por el tiempo pero legible...

"Y se acercó el gato, con su pelaje rizado y sonrisa siniestra, a tan poca distancia de Esperanzado que el ratoncito pudo oler su hambre. Se notó temblar de la cabeza a las patas, se creyó desmayarse del miedo, se vio entre esas fauces, sucias, malogradas, reducido a una masilla de roedor. Así contaba el viejo Esperanzado su primer encuentro con la muerte, rodeado de sus pequeños nietos ratoncitos, a la lumbre de una cerilla, sobre su alfombra rizada de pelaje siniestro y olor a hambre"

Se observa una pausa en el texto, llena de líneas y comienzos de frase tachados

Un buen libro.