Argun Starfall, el menor de tres hermanos.

Los trovadores de la región narran la historia de sus héroes. (Historias escritas por los jugadores)

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Tellhar
Jabalí Terrible
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Argun Starfall, el menor de tres hermanos.

Mensaje por Tellhar »

Mi nombre es Argun Starfall y nací una tribu de elfos guerreros hace casi 200 años, siendo el menor de tres hermanos. El nombre de la tribu ya no importa, y pocos lo recuerdan. Os contaré porqué.

Cuando era niño, empecé a desarrollar unas, llamémoslo habilidades, al principio de forma incontrolada. A veces aterraba a la gente, a veces quemaba algo por accidente, y una vez, mate a un caballo. Ese fue el desencadenante de todo. Intentaba montarlo, y no se dejaba, me dio una coz y me lanzó unos metros atrás.

Me incorporé y al apuntarle con el dedo, un rayo salió a toda velocidad hacia el animal, al cabo de unos instantes se había convertido en un montón de carne calcinada. No habría pasado nada, de no ser porque habían varias personas viéndolo todo. Entre ellas mi "amada" madre.

Ahí fue cuando empezaron a llamarme monstruo, no entendían mi poder, y la gente teme lo que no entiende.

Nuestro padre, era el jefe de la tribu, y así consiguió que no me exiliaran, su palabra era la ley de la tribu, y obedecieron, de mala gana, aunque sólo por unos cuantos años.

Mientras mis hermanos entrenaban con sus espadas, yo mostraba más interés en el poder creciente que emanaba de mis manos cuando lo deseaba. Era impresionante. Ninguna espada podía compararse con ello.

Amparado por la tutela de mis hermanos mayores y mi padre, di un poco de rienda suelta a mi poder, empecé con piedras, más tarde seguí con animales, y cuando ese imbécil intentó echarme de la aldea amenazándome con un hacha, probé con él. Se convirtió en un montón de pulpa de persona. No entendía mi poder, ni hasta dónde llegaba. Quizá las enseñanzas de la tribu decían que debía arrepentirme. ¿Acaso se arrepiente un lobo por dar muerte a ovejas? ¿No está en la naturaleza del fuerte acabar con el débil?.

Así fue como esos bastardos cobardes empezaron la revuelta, alguien desafió a Padre, a un combate singular, iluso, nuestro padre era el líder por algo, y nadie de la aldea podría contra él. Así que usaron la solución de los cobardes, lo envenenaron, como se envenena a las ratas.

Y después de eso vinieron a por mí, pero no contaban con mis hermanos, adiestrados por el mejor guerrero de la tribu, unidos por los lazos más fuertes que existen, la sangre, mi familia; pero la zorra de mi madre no debía entender esa parte, y se puso de parte de los corderos, decía que yo era peligroso, que debía marcharme, les debo mi vida, mi hermana mayor, Ruavia, debía heredar el título de cacique, pero en vez de eso, se puso de mi parte, rechazo la proposición de exiliarme y se interpuso entre las ovejas, nada podían hacer contra lobos, siempre estaban ahí. La tribu no aceptaría otro jefe que me defendiera, así que se lanzaron al ataque, los mataron, a todos los que se atrevieron a alzar el arma, por mí. Era precioso, ver como Ruavia bloqueaba y atacaba por debajo de su garra de bloqueo, y la sangre le salpicaba en la cara. Orinthel parecía poseído, lanzaba golpes como un diablo, lleno de furia, parecía que no se cansaba nunca, con una espada en cada mano, esquivando y volviendo ataque de nuevo. Lo hicieron por mí, por salvarme la vida. Cuando sólo quedaban niños y mujeres, Orinthel se acerco a Madre, y con los ojos inyectados en sangre, le dijo algo que no llegué a oír. Acto seguido la decapitó. Se lo tenía merecido, ¿Qué clase de zorra traiciona a su propio hijo?.

Desde entonces vagamos por el mundo. Sin tribu, sin leyes, sin límites.


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