La noche pasa lentamente en el claro del bosque. Los sonidos ululantes de aves nocturnas resuenan en el silencio. La capa cálida en la que envuelve su cuerpo le cobija de los incipientes copos de nieve que comienzan a caer. En su oscura y trabajada barba comienzan a aparecer las primeras motas de nieve recién cuajada, fría y húmeda, agradable, que le sume en una duermevela confortable, como tantas otras noches a la intemperie.
-Vamos, Tagnar. Honra por una vez a tu familia. Aprende de tu hermano Bhorgan, sigue su ejemplo. Tu padre estaría orgulloso de él, en cambio tú, hijo…. Él llegará a ser alguien importante en el clan. Mira su devoción por el Padre de los Enanos, su tesón, su disciplina.-
El joven enano hace caso omiso a las palabras de su madre y se retira a su rincón oscuro, jugando ágilmente con su pequeña daga, que oculta a la vista de todos en su manga, para no ofender a nadie por usar un arma tan poco habitual entre los de su raza. Su hermano es alguien muy importante para él, aunque no se lo demuestre nunca. Ha sido como un padre desde la muerte de Krönag, el patriarca del clan.
Camina cabizbajo por los pasillos de piedra de la ciudad, Adbar, joya del norte, bastión de los enanos. Procura no llamar la atención, pasar desapercibido. Eso le ha resultado muy útil para evitar problemas en el pasado. Se siente cómodo al abrigo de las sombras. Algo en ellas le resulta atrayente, seguro. La zona de las caravanas es su lugar predilecto. En la zona baja, frecuentan los viajeros y se mezclan los aromas de mercancías exóticas de tierras remotas. Nunca ha salido de la protección bajo la montaña. No obstante, un deseo incontenible de unirse a una de aquellas expediciones al sur, le recorre desde hace meses. Y ahora, siente que ha llegado el momento de partir. Echará de menos a los miembros de su familia, pero, sabe que estarán bien, protegidos por Bhorgan.
Con sus escasas pertenencias, amparado por la oscuridad del ocaso y por su innata habilidad para moverse en silencio y pasar desapercibido, se une a la última caravana que, con los últimos destellos de claridad del día que se extingue, parte desde Adbar hacia tierras sureñas…
Se revuelve en su capa, el viento frío arrecia, y la capa de nieve sobre su barba se ha vuelto más espesa. Mira alrededor comprobando que todo sigue en orden. Las bestias que transportan hacia Sundabar pacen tranquilas junto a los abedules de la ribera del río. Su hermano Bhorgan, musita sus plegarias con su lenta y armoniosa cadencia. Lo mira con cariño, se alegra de que lo encontrara meses atrás a las puertas de Nevesmortas.
Intentó convencerlo de volver a su ciudad natal, pero él, ya no volvería para quedarse en aquellas estancias de piedra de manera permanente. No, al menos, hasta dentro de unos años. La vida en el exterior le estaba deparando emociones que no había podido siquiera imaginar. Se sentía libre de prejuicios. Disfrutaba yendo de un lado a otro, pasando inadvertido, siendo uno más, aprendiendo con cada experiencia. Por el contrario, su hermano había decidido acompañarlo e intentar hacerlo cambiar de parecer. Al principio, al menos, esa había sido su intención. La vida fuera de las comodidades del hogar no les resultó fácil al principio. Pero ahora, habían encontrado una forma de hacer algo de dinero. No era un trabajo definitivo, pero, era sencillo. Tratantes de ganado. Tagnar sonrió ampliamente
- Si mi padre nos viera ahora, aquí, no se sentiría demasiado orgulloso-. se dijo para sí mismo.
Pero él sabía aguantar. Cada cosa a su tiempo, abriendo camino, apartándose de lo que la gente esperaba de él, rompiendo estereotipos. No, aquello no sería nada definitivo. Habían mejorado sus habilidades. Conocido a aventureros, sacerdotes, soldados… aventuras y peligros en tortuosos caminos y transitados senderos. Le gustaba esa vida. Y su hermano, se había convertido en su complemento perfecto. Bhorgan, todo nobleza, pureza y luz. Él, curiosidad, ardid y sombras.
Se levanta con sigilo y se coloca junto a su hermano que acaba de terminar sus plegarias.
- Bhorrgan, es hora de ponerse en marcha, llegaremos al alba a la ciudad -
Luces y Sombras
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