La Madre.

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--Talos--
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La Madre.

Mensaje por --Talos-- »

Los bosques se removieron.
La música del bosque sonó advirtiendo a todos los que sabían escuchar.
En la lengua Druidica y Silvana una frase se repitió.
La Semilla ha regresado.
Observó el lugar largamente.
Había pasado mucho tiempo desde su larga estancia allí.
Todo parecía igual.
Su atención se dirigió al bosque cercano.
Donde Durmientes y algún Pastor observaban los haceres.

Notaba el picor de la sensación de que algo estaba en Desequilibrio.
Pero ¿El qué?
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Los ojos recorrieron la lontananza.
Veía los destellos de luz en varias direcciones y suspiró.
Era pronto, por fortuna o desgracia.
Negó y entró en Nevesmortas... la cual aún seguía en pie.
En su interior los Guardias iban y venían. La gente se movía en sus quehaceres y una mujer se paró frente a ella.
Alzó la vista:
- ¿Querías algo?
- Oh... Disculpe... nada... solo fue curiosidad...
Y de los cielos surgiran rayos que iluminaran hasta la más oscura sombra... y los truenos acallaran los gritos de panico y dolor.
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Re: La Madre.

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Emitió un quedo gruñido mientras dormía.

Aún dormido, lo olió.
Sangre. Litros y litros de sangre.
Una incontable cantidad.
Como un simple acto reflejo, sacó la lengua y se relamió.

Luego escuchó el gemido de los árboles, el susurro en el viento y sus orejas se removieron.
Seguía dormido.
Con los parpados cerrados. En un largo y placido sueño.
En una oscuridad completa. Cálida. Satisfactoria.

Gruñó nuevamente cuando a pesar de los parpados cerrados, vio la pequeña luz.
A la que se le sumó otra. Y luego otras. Y otras muchas.

El gruñido fue mayor que las anteriores veces y abrió uno de sus ojos.

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Re: La Madre.

Mensaje por --Talos-- »

Hambre, sed y frio.


Los harapos permanecía mojados tras la última lluvia.

- Y entonces le dije que se fuese a los mismísimos infiernos. - dijo una voz cerca a la que otra respondió con una risa.

Dos hombres y un buey.
Un buey cargado de mercancías.

Palpó la bota, sacando de ella un oxidado cuchillo con las diestra, mientras con la zurda apartaba el pelo de la cara.
Se incorporó y se parapetó tras el árbol.

Se acercaban despreocupados. Secos, limpios y portando oro y otras riquezas.

Tomó aire y salió al paso con una frase clásica.
- ¡Alto! ¡La bolsa o - prorrumpió en una fuerte tos, tratando que el cuchillo no se le cayese de la mano.
- ¿La vida? Por todos los dioses, ¿eso aún se dice? - Dijo el comerciante a su compañero.
- Pues parece.
- Dadme el oro. Y el buey.
- Date la vuelta y date de alimento a un oso, escoria. -El escolta del comerciante llevó la mano a la empuñadura de la espada.

Tenía hambre. Y Sed. Y anhelaba beber hasta perder el conocimiento.
Blandió el cuchillo y se lanzó con un grito contra el escolta.

Resbaló. Hundiendo su cara en el barro.

- Joder, que penoso.
Una bota se puso en su nuca y le impidió levantar la cabeza.
- Vamos. Es un pobre desgraciado, déjale.
- ¿para qué lo intente con otro?

El sonido metálico del desenvaine.
La sensación punzante en la espalda.
El dolor.
La sensación de calor derramándose por el pecho.

La bota se alzó y pudo reincorporarse. Tomar aire, que fue acompañado por un ruido borboteante.
La sangre manó de su boca y una patada le devolvió de espaldas al suelo.

Le rasgaron su harapienta camisa para limpiar su sangre de la espada del escolta.

- Sigamos, Belenthur. ¿Qué te respondió esa mujer?

Los hombres y el buey se alejaban.

la sangre inundaba los pulmones.
La oscuridad comenzaba a envolverle.
Y la muerte...
... le reclamaba.

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Abrió los ojos y se llevó la mano al pecho.
Luego a la desnuda espalda.

Nada.

Se levantó del suelo, lleno de barro y tosió con fuerza.
Coagulos de sangre fueron expulsados y luego tomó aire con fuerza.
Vio su cuchillo semienterrado y lo recogió.

- Tendremos que probar suerte de nuevo, ¿no? - Dijo para si emprendiendo la marcha.
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Re: La Madre.

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Dejó atrás la noche y suspiró una vez el nuevo paisaje se formó.
Hundió la mano en el agua fría de la fuente y sonrió.

- Una de cal y otra de arena. - musitó mientras dejaba la fuente tras de si y continuaba su paseo.
Bostezó largamente.
Luego abrió un nuevo ojo.

Como cualquier otra criatura, comenzó a estirar las extremidades.

Lenta y perezosamente. Comenzaba a despertar.
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Re: La Madre.

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Pasó la hoja del libro, siguiendo con el índice enguantado en cuero el reglón.

Cuando terminó, cerró la mano haciendo crujir el cuero del guante.
Sostuvo los ojos en los últimos párrafos, releyendo con calma.

Se giró con el ruido de los pesados ropajes.

- Debería hacer esa visita. - Dijo para si mismo mientras se acercaba a otra mesa de la sala.

La mesa, inmaculadamente limpia, era de piedra blanca y solo sostenía un objeto.
Una urna de color ocre, llena de tierra, en la que un pequeño brote iba creciendo.

Se detuvo y contempló el verdor amarillento de las nuevas hojas.
Los guantes de cuero crujieron y rozaron suavemente las hojas.
La voz suave y fría sonó en un extraño idioma mientras continuaba con los suaves toques en cada hoja.

Tras eso se encaminó al fondo de la sala, alzó la vista desde lo profundo de la capucha por un instante y la bajó para ensalzar un nuevo cantico. Frente a él un portal tomó forma, el cual cruzó, desvaneciéndose hacía su destino.

Arrancó el hacha de la cabeza del caído con un grito gutural.
Tenía que ser rápido, la Legión podía aparecer en cualquier momento. Sus compañeros ya habían desvalijado el buey y al otro viajero, el que tenía pinta de comerciante.
Con un gruñido el semiorco echó el hacha al hombro y palpó el cuerpo del caído.
Oro y una espada, menos era nada.

Comenzó a moverse y cayó al perder el equilibrio.
La tierra había comenzado a temblar.
No lejos de donde estaba vio el suelo resquebrajarse. Grandes grietas se crearon y piedra negra comenzó a emerger del suelo.

La alta torre de piedra negra, se alzó pasados unos instantes. Como si siempre hubiese estado allí emplazada.

El semiorco miró la construcción , luego hacía donde habían partido sus compañeros.
Echó a correr dando la espalda a la torre.

Una ventana se ensanchó y un pequeño balcón tomó forma.
Una figura se apoyó en el cierre de piedra del balcón viendo la figura del semiorco partir a la carrera.

Extendió una mano hacía donde el semiorco y murmuró. Su mano brilló con un halo verdoso, una más grande tomó forma y salió disparada.

El semiorco notó como si un gigante acabase de agarrarle, lo alzase del suelo y tirase violentamente de él.

En un momento se encontraba flotando delante del balcón.

- Hola. Ando en busca de ayuda. Necesitaría que me echases un par de ... manos.

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Re: La Madre.

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Una Moneda.


Aferró con fuerza la moneda y la sumergió en la fuente central.

El clérigo observó con cierto recelo.
Lo habitual era lanzar la moneda, no sumergirla. Tal vez la joven quería robar alguna de más valor, de las que ya reposaban en el fondo.
Con paso lento se acercó a la muchacha, la cual aún tenía la mano sumergida en el agua.

- ¿Se encuentra bien, señorita?- preguntó en casi un susurro.

La joven dio un respingo, sacó la mano del agua y se puso apresuradamente el guante, balbuceando una afirmación a la par que se levantaba, para inmediatamente salir al trote hacia el exterior del Templo.

El clérigo negó con la cabeza observándola.
- Los jóvenes de hoy en día...

Una vez en el exterior, se lo sacó nuevamente y frotó con fuerza la mano desnuda al vestido.
Ahogó un gemido y un llanto.
Se volvió a poner el guante apresuradamente y se perdió en el ajetreo del mercado de Argluna.


Para su pesar... seguían ahí.
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Re: La Madre.

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Golpeó los barrotes.
- ¡Esa furcia me ha robado! ¿me entendéis? ¡No estoy borracho! ¡Me ha robado mi oro! ¡MI!

El Filo golpeó los barrotes.

- Calla y duerme la mona, escoria. Ya te soltaremos mañana...

Cerró la puerta tras de si y dejó la sombrilla.

- Cielo. ¿Te encuentras bien?

Cynn miró a su marido.

- He.. hablado con alguien. - respondió con una sonrisa nerviosa. Siéntate, tenemos que hablar sobre Él. Y luego reunirnos con el resto. Me han dado respuestas.

Abrió un tercer ojo mientras terminaba de estirarse.

Las grandes fauces se abrieron, mostrando varias hileras de colmillos y resonó el bostezo.

Examinó el lugar donde estaba dando una vuelta sobre si misma...
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Re: La Madre.

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La sangre


Retiró la lanza del pecho del gigante y dio una fuerte sacudida con ella lanzando gotas sanguinolentas al suelo.

- Eres lenta. - Dijo mientras apoyaba la lanza al hombro.

Su compañera giró elegantemente, mientras evitaba el mazazo del gigante, acompañada con una risa.

- Y tú un aburrido. - replicó mientras terminaba el giro hundiendo la lanza en el craneo del gigante. La lanza entró por un oído y salió por el otro.

Gruño, golpeó con la pesada bota el cuerpo del gigante que había abatido.

- No tendríamos que perder el tiempo en esto. Ya oíste el mensaje. Tenemos que estar listos y preparar los territorios.

Ella retiró de un tirón la lanza impregnada en materia cerebral e hizo una mueca de asco mientras retiraba los trozos con la mano.

- Vale. Pero por pasar un buen rato tampoco vamos a morirnos.

Ante la respuesta, gruñó y colgó la lanza a la espalda, se giró y emprendió la marcha a la carrera.

Le vio alejarse y sostuvo la sonrisa burlona mientras acababa de retirar el ultimo cacho de materia cerebral de la lanza.
La volteó y la devolvió a la guarda en la espalda.

- ¡A cazar! - gritó en medio del Paso de Argluna saltando un puente aún derruido por la reciente Guerra.




Las águilas se posaron en el suelo y se acercaron a ella.
Las acarició con agrado como saludo mientras observaba el fuego y el caldero.

Se acercó a la puerta y extendió la mano hasta casi tocar la madera con la palma de la mano.
Se detuvo.
Retiró la mano un poco, solo para cerrar el puño y dar un par de golpes en ella.
Escuchó los pasos que se acercaban y la puerta se abrió...

Abrió el último ojo y dio un nuevo bostezo.
Husmeó el lugar donde estaba por un largo rato.
Luego se acercó a una de las paredes terrosas y hundió las garras en ellas.

Piedra y tierra comenzaron a apartarse cuando la criatura comenzó a excavar...
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Re: La Madre.

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- ¡Y deja de robar!

Fue empujado a la calle por la espalda y tropezó en el adoquinado casi cayéndose.
Apartó el pelo de delante de la cara mientras la puerta del cuartel se cerraba .

Avanzó hacía el mercado.
Era mediodía. El sol brillaba en lo alto y la ciudad olía a comida.

Tropezó con sus propios pies cayendo sobre un hombre.

- ¿Pero qué...? ¡Quítate de encima, pordiosero! - Dijo el hombre empujándolo lejos de si.

El mendigo cayó al suelo y se arrastró lastimosamente hasta una pared.

La gente pasaba sin mirarle. Invisible a simple vista por el mero hecho de ir sucio y con harapos.

Sonrió y guardó el impecable cuchillo en la bota y la bolsa de oro en los calzones.
Dos cosas que tardarían en echarse de menos.

- Bueno.. como dijo esa. ¿Y ahora qué hacemos


- Toma asiento, por favor.

Tragó saliva y se acercó a la silla libre que quedaba alrededor de la mesa.
Posó las manos en la madera del respaldo y la apartó hacía atrás.
El ruido de la madera al ser arrastrada por el suelo creó un eco repetitivo en el lugar.
Se sentó finalmente, estrujando el pañuelo que tenía entre las manos.

- Bien, querida. Según dices lo sabes.
- Si, lo sé.
Los reunidos en aquella mesa murmuraron ante la respuesta con nerviosismo.

-Entonces, querida, dilo. Dinoslo.
Asintió, tragó saliva...

- Su nombre es ...



Piedra y tierra comenzaron a apartarse cuando la criatura comenzó a excavar...
Las garras hendían, rascaban, partían y apartaban.
Lenta e inexorablemente, comenzó a abrirse camino...
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Re: La Madre.

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Los viajeros la observaban con recelo.
La Legión revisó la zona sin nada a destacar.

Entre piedra, maleza , arboles y fauna, cualquiera hubiese jurado que llevaba años, décadas o más tiempo allí emplazada.

La torre carecía de ventanas, balcones o cualquier entrada... salvo la regia puerta a la que daban unos escasos escalones que parecían nacer de la misma tierra.

Era de noche, cuando la negra piedra rascó una con otra, moldeándose y conformando nuevamente una balconada.
Dos formas salieron desde ella y treparon con facilidad hasta el suelo.

- Id. Buscad. Encontrad. - musitó desde el balcón mientras observaba como se desvanecían sendas figuras por el camino.



Observó las alas con curiosidad nuevamente. Era tan extraño.
- puedo ayudarte... a buscar... si quieres
Desvió la mirada una vez más.
-Hasta que tenga que mediar en el conflicto solo soy una observadora. -ladeó la cabeza ligeramente.- ¿Y como buscarías lo que no puedes percibir?
- no se... que buscas... yo me ofrezco... y tu decides... ademas... no sabes... de que soy capaz

la voz jovial resonó con fuerza.
- ¡Claro que lo sé!

Pasaban ya un par de horas desde el encuentro y caminaba veloz pese a las pequeñas zancadas.
Había tanto que hacer. Tanto que recordar. Tanto que preparar.

El ruido fue leve, casi imperceptible.
Sin embargo lo oyó.
- ¡Podéis salir! ¡No tengáis miedo!

- ¿Miedo? - respondió una voz de mujer mientras salían de entre la espesura del bosque. - ¿Está loca? ¿Nosotros somos los que íbamos a tener miedo?

Su compañero en respuesta soló clavó la lanza en la tierra para seguidamente hacer lo propio con su rodilla.
La mujer miró su propia lanza y a regañadientes hizo lo mismo que su compañero.

- Vamos, no me jodas... ¿es ella? - masculló sin obtener respuesta.
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