La Marca Argéntea

Gritos, gritos de dolor de una mujer que lucha con toda su alma. En una noche iluminada por cientos de relámpago, se aprecia por flashes una cabaña solitaria en lo alto de un risco.
La puerta se abre de golpe, la sombra de un hombre robusto aparece y mira a la mujer mientras da a luz.
La mira con enfado, parece decepcionado. La mujer parece quedarse sin fuerzas, casi abatida, pero no se rinde y tras unos instantes los gritos se convierten en llantos.

Aliviada implora al hombre que mire a la criatura, desde el suelo, lo alza en brazos como puede y se lo muestra.
-Es débil, no es digno. Más vale tirarlo ahora que malgastar el tiempo con él, no será capaz de satisfacer a la tormenta con lloros.
- No! es fuerte míralo bien… *la mujer inclina al niño sosteniéndolo con una mano la cabeza*
Tal vez fue el gesto brusco pero el niño paró de llorar y abrió los ojos, momento en el que ambos individuos cruzaron la mirada. Unas miradas que duraron minutos en silencio.
-Bien, lo cuidarás tu… y más vale que aprenda a coger una lanza pronto o ambos probaréis la mía. El hombre se marchó dejando la puerta abierta, el viento soplaba fuertemente y la mujer seguía en la misma pose, mientras los rayos caían con la atenta mirada del niño.