Siempre Unidos

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Eterniôn (Tambien conocida como Siempre Unidos o Evermeet), que originalmente estuvo poblado de elfos solares, es ahora el refugio de la Corte élfica que se ha marchado de Faerûn. Elfos lunares, solares y algunos del bosque siguieron a la reina Amlaruil cuando ésta trasladó el centro de la vida élfica lejos de su antiquísimo hogar en Cormanzhor. Eterniôn es un lugar defendible, situado muy lejos de los centros de poder de los humanos, como Cormyr o el Alcázar Zhentil.

El reino mágico de los elfos se encuentra a mil ochocientes millas al oeste de Faerûn, en el Mar Impenetrable. La isla está protegida por la alta magia élfica, magos elfos marinos que se dedican a vigilar y una poderosa armada.

Pocos se aproximan a Eterniôn sin ser invitados de los elfos.


  • Capital: Lôzhilspar
  • Población: 1,658,880 (elfos solares 50%, elfos lunares 30%, elfos marinos 10%, elfos del bosque 9%)
  • Gobierno: Monarquía.
  • Religiones: Corelon Larezhian, y el resto de los Seldarine
  • Importaciones: objetos élficos recuperados en Faerún; por lo demás, es autosuficiente.
  • Exportaciones: algunos objetos mágicos exóticos entregados como regalo, aventureros elfos, joyas..
  • Alineamiento: CB, CN, NB.


Vida y sociedad

La solemne y elegante vida de la Corte Élfica gira en torno al paso cuidadosamente suavizado de las estaciones, dando a la exisetncia en Eterniôn una cadencia majestuosa en la que las décadas se funden con siglos de serenidad meditabunda. Nada puede compararse a esta vida en el Faerûn humano.

En su mayor parte, los elfos lunares y solares forman una sola cultura, aunque las casas nobles, las estirpes familiares y las relaciones entre clanes dan color a las relaciones entre individuos. Los elfos del bosque se mantienen un poco apartados, prefiriendo una relación más tranquila con el bosque y sus espíritus, aunque individuos de esta raza se mezclan frecuentemente con la vida de la Corte. La participación de los elfos marinos en la vida de la Corte es bienvenida, pero pocos la practican durante mucho tiempo. El puñado de los elfos salvajes que optaron por unirse a la Corte en Eterniôn se comportan como los demás elfos de la misma Corte o viven entre los elfos y los espíritus del bosque.


Principales accidentes geográficos

Para alguien que no sea elfo, Eterniôn parece un único bosque de gran tamaño. Los elfos pueden diferenciar entre las regiones del bosque, sus estados de ánimo y sus reinos leyendo los mensajes dejados a lo largo de siglos de relación simbólica entre los árboles y sus cuidadores elfos. Los humanos sólo pueden ver el tipo de geografía al que están acostumbrados: las esporádicas anchas praderas, sus bellos ríos y sus impresionantes cordilleras montañosas.

Colinas del Águila: Desde la Roca Zhalikera, el pico más alto de la cordillera, los vigías pueden verlo todo hasta la isla de Súmbrar, al sureste. Usando magia, pueden ver incluso más allá. Colinas Argénteas: al igual que las Colinas del Águila, estos picos cubiertos de coníferas se elevan por encima del resto de la isla. Los vigías observan desde ellos, y cuidan de las águilas gigantes que les sirven de montura en nidos situados en los riscos.

Los Prados Lejanos y los Campos de los Caballos: Los dos mayores prados de Eterniôn son representativos de la docena de claros de menor tamaño que hay entre los árboles. Los centauros corren en libertad entre las altas hierbas junto a los caballos lunares, una raza inteligente, natural de la isla, que sirve a los elfos, y a su vez, es servida por ellos.

Río Árdulizh: Pocos humanos penetran en el interior de Eterniôn, y mucho menos recorren en un bote folijáceo el Río Árduliz desde su nacimiento, en lo alto de las Colinas Argénteas, hasta donde afluye el Río Shelyn para desembocar en el mar, a la vista del palacio de la reina en Lózhilspar.


Lugares importantes

Eterniòn rebosa de maravillas. Ninguna tierra humana se aproxima a su integración de la belleza natural con el esplendor sobrenatural. Los elfos componen espléndidas canciones que describen y alaban las maravillas siempre cambiantes de su isla. Los pocos humanos a los que se da la bienvenida en las costas de la Isla, probablemente no vean más que la capitalreal de la reina Amlaruil.

Arboleda de Corelon: El gran templo de la deidad principal del panteón élfico puede encontrarse en el bosque que hay en la parte septentrional de la isla. Sería más apropiado decir que el cuarto septentrional de la isla es el gran templo de Corelon, pues resulta imposible saber dónde termina el bosque “normal” y empieza el espacio sagrado de la gran deidad. Más que cualquier otro lugar, la Arboleda de Corelon es el corazón de la vida élfica en Toril.

Lózhilspar (metrópolis, 50,269): La capital de Eterniôn es un brillante ejemplo de la arquitectura orgánica de los elfos, en la que los edificios crecen más que ser construidos. Hasta el más vulgar de los mineros enanos se quedaría atónito al ver por primera vez el palacio de la reina Amlauril.

Cristales tan altos como imponentes árboles están repletos de pasillos en espiral y aposentos con suelos del mismo material. Los árboles se convierten en ciudadelas, unidos tronco a tronco por medio de ramas acanaladas. Altísimos arcos y brillantes campos de fuerza mágicos sujetan ligeros palacios que parecen demasiado frágiles como para existir siquiera en un sueño. Guerreros eternamente vigilantes y mágicos con armaduras de reluciente cristal protegen la tranquila ciudad.

Súmbrar: Esta pequeña isla, situada unas cincuentas millas al este, hace las veces de cuartel militar y naval de Eterniòn. La isla está formada por una serie de fortalezas mágicas entrelazadas. Un millar de magos-combatientes están allí apostados junto a los pegasos y águilas que les sirven de monturas.

Una armada de barcos mágicamente preparada espera para zarpar, escondida a buen recaudo en cuevas marinas. En las profuncidades, bajo la isla, los últimos doce dragones de Eterniôn duermen junto a sus jinetes, esperando una amenaza que sea digna de su poder. A los navíos no deseados se les advierte severamente para que se marchen, siendo destruidos si no lo hacen.

Historia de la región

La historia general de los elfos de Faerûn está detallada en otr aparte de este volumen, particularmente en la descripción de Cormanzhor. (v. Las Tierras de los Valles). Eterniôn fue colonizado por elfos solares hace miles de años. Durante el último siglo, los elfos de Cormanzhor y otros reinos optaron por trasladarse a esta tierra idílica, lejos de los imperios humanos en constante expansión y de las implacables hordas de humanoides que tantos reinos élficos habían destruido en el Faerûn continental.

Pero ahora, la Retirada Élfica toca a su fin. Todos lo que estaban dispuestos a abandonar sus teirras de Faerûn ya lo han hecho, y ya no vienen más elfos a Eterniôn para olvidar el mundo de los humanos. Aunque el reinado de Amlaruil es justo y equitativo, a muchos elfos (algunos de los cuales llevan siglos en la Isla) no les gusta estar apartados del resto del mundo.

Al contrario que los elfos leales a la Corte Élfica, tanto los elfos salvajes como los drows que quedaron en el continente. En lugar de ser invadidos por los humanos, ambas razas han florecido durante los últimos años, gracias, en parte, a la oportunidad que les ha ofrecido el éxodo de los más elfos a Eterniôn.

Nadie, y la Corte Élfica menos todavía, ha proclamado el fin de la Retirada ni la determinación de regresar, pero cada año son más los elfos que deciden volver a Faerûn. Algunos tienen la intención de instalarse allí de manera permanente o de luchar por las tierras ancestrales arrebatadas por los drows y otros extranjeros. Otros sólo pretenden caminar algún tiempo por las tierras a las que aman, utilizando portales secretos para ir y venir según les plazca. Por último, la reina Amlaruil ha enviado discretamente a una serie de agentes observadores a restablecer relaciones diplomáticas con otros reinos amistosos. Eterniôn ya no se mantiene al margen de los acontecimientos de Faerûn.

Esta isla no es tan segura como sus “inexpugnables” defensas podrían indicar. Durante los últimos años, los drows se han atrevido a atacar Lózhislpar por medio de portales mágicos, como si quisieran recordar a Amlaruil que ningún refugo es perfecto. Hace cuarente y tres años (un simple parpadeo para un elfo), el rey Zaor, el marido de Amlaruil, fue asesinado en el corazón de su palacio, rodeado por toda la fuerza y esplendor de su reino.